Monte La Reina
se vende. O al menos eso parece. Los diarios lo han anunciado a bombo y
platillo desde hace unas semanas: con fines recaudatorios se van a poner a la
venta numerosos terrenos, hasta ahora en
propiedad o gestionados por el Ministerio de Defensa. Estos espacios,
utilizados como campo de tiro o empleados durante décadas en maniobras
militares, son muy numerosos (varios miles) y están distribuidos por todo el
país. Pero la mayoría de ellos tienen algo en común: han conservado hasta
nuestros días una enorme riqueza natural, que ha estado a salvo de los lesivos
intereses de la especulación urbanística y de la agricultura intensiva.
En la
provincia de Zamora, son dos las zonas militares -que según la prensa- se
pretenden subastar con fines recaudatorios y cuyos valores naturales sin duda,
pueden estar en entredicho si acaban en manos particulares: Las Chanas (un zona
esteparia con riqueza avifaunística y cercana a la capital) y Monte La Reina,
el área que protagoniza estas líneas, enclavado en el término municipal de Toro
y con más de 2.000 hectáreas gestionadas entre varios usuarios o propietarios y
el Ministerio de Defensa.
La zona
militar de Monte La Reina que se pretende subastar al mejor postor conserva unas
1.200 hectáreas de terreno tapizadas por bosque mediterráneo de encina y pino
piñonero, acompañados por algún rodal de pino resinero y de quejigo; el
matorral principal está representado por jara pringosa, acompañado de piruétanos,
majuelos y rosales silvestres. La importancia de este monte radica, desde el
punto de vista de la biodiversidad, en representar una masa bien conservada de
vegetación autóctona. Supone en los tiempos que corren, un raro reducto de lo
que fueron los extensos encinares que dominaron buena parte de la meseta de
Castilla y León; unas pocas de estas manchas han llegado hasta nuestros días a
cuentagotas, sobreviviendo al desarrollo humano y a la agricultura que
actualmente domina con creces gran parte de este territorio.
Pinar maduro de pino piñonero en Monte La Reina. |
Monte La Reina
es además considerado como un “bosque isla” (una masa forestal aislada y
rodeada de una amplia zona sin vegetación arbórea), que actúa como importante
foco de refugio para la fauna nativa de la zona. Además, probablemente
constituye un núcleo forestal conector para los desplazamientos de numerosos
vertebrados terrestres entre las comarcas del norte de Toro y el Bajo Duero.
Los espesos
matorrales y las abrigadas vaguadas de Monte La Reina dan refugio a más de 210
especies de vertebrados, muchas de ellas protegidas por diferentes normativas
ambientales (autonómicas, estatales o europeas), que velan por su conservación
y la de su hábitat. Según el experimentado naturalista zamorano José Alfredo
Hernández, la zona acoge más de 160 especies de aves (al menos 80 de ellas
nidificantes), 30 de mamíferos, 13 de reptiles y 7 de anfibios. Lobos, zorros,
tejones, turones, ginetas, jabalíes, corzos, liebres o lirones caretos, se
esconden en los muchos rincones de esta mancha de monte; las águilas culebreras
y calzadas, los azores, gavilanes, halcones abejeros, alcotanes, milanos reales
y negros, cárabos, autillos, búhos reales, palomas torcaces y rabilargos llenan
de color y vida los cielos de esta bosque; incluso en los últimos tiempos,
Monte La Reina es también el escenario temporal de algún joven de la amenazada
águila imperial ibérica, que durante sus desplazamientos dispersivos, visita en
ocasiones la zona en busca de los abundantes conejos.
A pesar de la
riqueza, singularidad e importancia de Monte La Reina, este bosque se encuentra
entre dos núcleos importantes de población (Zamora y Toro) y está rodeado por
un corredor de transporte e infraestructuras lineales (trazados de AVE,
autovía, carreteras y canales de riego).
Desde hace
años, muchos ciudadanos hemos tenido la esperanza de que “la zona militar”
(como así se conoce en Toro), se convierta de una vez por todas, en un espacio
multiusos de carácter eminentemente recreativo; un lugar para el senderismo y
la educación ambiental, para el
aprovechamiento micológico, e incluso como marco para el desarrollo de estudios
faunísticos, botánicos y científicos a largo plazo. Muchos hemos tenido la
esperanza (que ahora comienza a desvanecerse) de que Monte La Reina continúe
actuando y persistiendo como genuino pulmón verde de Toro. Además, Monte La Reina ha sido
testigo mudo de numerosos acontecimientos históricos y muchos de sus árboles,
han estado presentes en los tiempos de las desamortizaciones que tanto
perjuicio supusieron.
Bosque de encinas en el interior de Monte La Reina. |
Pero tras el
anuncio de su venta a subasta, su futuro parece estar en entredicho. Y en ese
caso hay varias hipótesis. En manos de un propietario ambicioso y no
precisamente sensible a los temas ambientales, este monte corre el grave riesgo
de ser disfrutado por unos pocos y de sufrir enormes alteraciones que
perjudiquen a los intereses generales. Monte La Reina, nuestro monte, puede
convertirse en un cazadero intensivo, en un polvoriento erial o un cementerio
de encinas. Monte La Reina puede sufrir también un proceso similar al que ha
alterado ferozmente algunos terrenos de la zona, que han sufrido el esperpento
de las talas ilegales, la monstruosidad de las extracciones de áridos, los
impactos derivados de los vallados impermeables y la decidida apuesta por el
intensivo regadío a cambio de centenarias encinas; un brindis a numerosos y
feroces cambios.
Monte La Reina
merece un futuro digno. Velar por su conservación es, sin ninguna duda, una
responsabilidad y una obligación vital para todos. Proteger dignamente y
gestionar esta joya forestal con decisión, es una oportunidad de oro en la
puesta en la conservación y en la puesta en valor de nuestros ecosistemas. Es
necesario para ello, buscar fórmulas sólidas, alianzas o negociar todo lo que
sea necesario para garantizar un futuro digno y seguro a este monte.
Ya han pasado
los tiempos donde el concepto de desarrollo se entendía de otro modo bien
diferente. Ahora, en pleno siglo XXI, ya sabemos que la más mínima alteración
de Monte La Reina, sería una pérdida irreparable (e imperdonable) para todos
los zamoranos y un enorme desprecio a las generaciones futuras.
Estas líneas
pretenden aportar un granito de arena (el de Llobu) en la difusión de este
tema, en el cual ya se han manifestado públicamente numerosas asociaciones
locales, provinciales y grupos políticos.
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