El
lobo compite con el hombre desde tiempos pretéritos, en especial desde el
momento en que este se sedentariza y comienza a domesticar herbívoros
silvestres. El conflicto generado por la competencia con el ganado, ha
desembocado en una intensa persecución del depredador en la mayor parte de su
área de distribución original y constituye en la actualidad, la más importante
limitación para su establecimiento.
Zamora
ha albergado tradicionalmente unas condiciones adecuadas para el lobo. Diferentes
factores socio-económicos (como la baja densidad humana, el escaso desarrollo
socioeconómico o la escasez de infraestructuras), junto a su situación
geográfica (rodeada de importantes núcleos loberos), han favorecido el
asentamiento de numerosas manadas de lobos, e incluso el mantenimiento de importantes y elevadas densidades poblacionales. En el último censo (realizado entre 2000 y 2001),
se detectaron en la provincia más de 35 manadas, valores que indicaban una
tendencia demográfica estable para los últimos años; la mayor parte de las
familias lobunas (87 %) ocupaba la franja al norte del Duero y el resto (13%),
se distribuía al sur del mismo río.
Mastines y rebaño de oveja castellana. |
La
ancestral y por tanto, obligada coexistencia el lobo y el ganado en tierras zamoranas
ha definido numerosas manifestaciones dirigidas a la prevención de los ataques,
como el uso de perros mastines y determinados manejos ganaderos, alternativas
no violentas para aminorar o solucionar definitivamente el problema.
De
acuerdo con algunos datos publicados sobre mastines, manejos ganaderos, lobos y
ganadería ovina en Zamora (Talegón
2005 y 2007), se pueden diferenciar dos áreas separadas por el río Duero, que
aunque comparten numerosos caracteres (climáticos, fisiográficos, demográficos,
etc.), son diferentes en cuanto a los manejos pecuarios de ovino y la presencia
de mastines. Algunas conclusiones de ese trabajo siguen siendo representativas
en la actualidad y los utilizamos en este blog.
El
norte del Duero alberga áreas forestales, esteparias o de
transición entre ambas; se corresponde con las comarcas de Sanabria, La
Carballeda, Benavente, Los Valles, Aliste, Alba, Tábara y Campos-Pan. El pastoreo tradicional de
oveja castellana es un sistema muy habitual (especialmente en la franja oeste);
con regularidad, los rebaños están vigilados de forma continua por pastores
experimentados y mastines durante las horas diurnas; de noche permanecen
también protegidos, encerrados en teleras y custodiados por los perros
guardianes en campo abierto o bien bajo techo en los meses invernales. El
83,53% de las explotaciones visitadas (durante 2002 en el marco de un proyecto
de asistencia a los ganaderos afectados por lobos y perros errantes) estaba
vigiladas por mastines y cada perro custodia un promedio de 166,45 cabezas; la
media de perros acompañantes es 3,81 (rango: 1-8). Quizá la continuada
presencia de lobos en estas comarcas, era una de las causas que explican la
conservación de estos patrones pecuarios.
Mastín y rebaño de churras, una estampa todavía visible en Zamora. |
En
el sur del Duero priman las dehesas ganaderas y los cultivos
cerealistas (comarcas de Sayago, Tierra del Vino y Guareña); se expresan
principalmente los manejos extensivo y semi-extensivo de oveja churra, castellana, awasi y assaf. En el primer caso
el ganado menor pasta libremente, con escasas horas de presencia humana; los
rebaños, raramente protegidos frente a incursiones de depredadores, no suelen
estar custodiados por perros guardianes y aprovechan pastos limitados por muros
de piedra o por débiles vallados. El semi-extensivo corresponde a explotaciones
con vigilancia intermedia y protección variable, donde el ganado suele estar
acompañado por un pastor algunas horas durante el día. En el conjunto de las
explotaciones visitadas en este área durante 2002 era menor el uso de mastines
(solo aparecen en el 19,80% del total). El número medio de mastines por rebaño
era 1,94 (rango 1-4). Cada perro de guarda sería responsable de custodiar un
promedio de 276,16 ovejas (más de un centenar de cabezas por mastín que en
norte).
La
relajación e incluso la pérdida total de costumbres pastoriles tradicionales en
estas comarcas del sur, quizá se relacione con la presencia intermitente de
lobos en las últimas décadas. Además el mantenimiento de mastines (muchas veces
“inviables” económicamente según algunos ganaderos), los problemas que estos
perros pueden generar derivados de manejos inadecuados (ataques a ganado,
peleas con otros perros, peligro público, accidentes de tráfico, etc.) son
algunas de las razones que explicarían la ausencia de estos animales en muchas
explotaciones.
La adecuada integración de los mastines en el rebaño es fundamental. |
¿Existen
diferencias entre ambas zonas?
El
lobo aparecía en el norte del Duero, como la especie atacante principal (con el
84,71% de los ataques atribuidos a él); los perros (sueltos, errantes o
asilvestrados) se vieron involucrados en el 3,53% y en el 11,76% la autoría no
puede ser determinada. En las comarcas del sur los ataques generados por perros
eran más frecuentes (al menos el 44,55%), al lobo se le atribuyen como mínimo
el 24,75% de los daños y el porcentaje de indeterminados era del 30,69%.
La
gravedad total de los ataques de ambos cánidos (nº de cabezas muertas, heridas
y desaparecidas por ataque), era de forma conjunta, mayor en las explotaciones
del sur del Duero (10,42 animales afectados/daño), frente a las del norte,
donde 4,94 era la media de cabezas afectados en cada incursión exitosa.
De
forma global, en ambas áreas, los ataques de perros son más virulentos que los
de lobo, afectando a más cabezas de ganado; en el norte, el lobo causa unas
pérdidas medias de 2,84 cabezas por daño y los ataques de perros afectan a una
media de 21 cabezas. En el sur, el lobo causa pérdidas medias de 7,76 cabezas
por daño y el perro de 11,6.
La prevención puede ser (junto a la
presencia y/o abundancia de presas silvestres), un importante factor para
reducir o incluso evitar los ataques del lobo a la ganadería, y por tanto para
mantener su coexistencia con las actividades pecuarias. De ahí que la presencia
de más lobos no sea proporcional a la aparición de más daños; es importante
recalcar que con menos vigilancia puede haber más ataques y estos, a su vez,
ser más virulentos. En 1990, se calculó que, a grandes rasgos, el 80% de los
daños en España era generado por el 20% de los lobos, especialmente en las áreas
de la montaña cantábrica con ganadería extensiva. En un área con elevada
densidad lobuna con numerosas presas silvestres y con medidas de prevención en
los rebaños, la Reserva de Caza “Sierra de la Culebra”, se concluyó que los
daños al ovino serían escasos y también poco virulentos (según la Junta de
Castilla y León en torno a 1,5 animales afectados).
Mastín durante el periodo de aprendizaje. |
Es
importante insistir en el adecuado manejo de los mastines; introducir animales
adultos en una explotación, como respuesta a la aparición de daños en la zona,
olvidando su progresiva integración en el rebaño y sin la debida comprobación
de conductas poco adecuadas, puede suponer un problema. De hecho, se ha podido
comprobar como los mastines adultos mal integrados que custodiaban rebaños en
algunas explotaciones del sur del Duero, mataron e hirieron a numerosas ovejas
en varias ocasiones. Lo ideal además de vigilar sus comportamientos, es
acostumbrarles desde que son cachorros, a la presencia del ganado.
El lobo en ocasiones tiene dificultad para diferenciar los mastines en el rebaño. |
Por otro lado, una de las herramientas
necesarias en la conservación del lobo ibérico, es el control de la
proliferación de los perros sueltos, errantes, abandonados o asilvestrados; sus
ataques son en numerosas ocasiones erróneamente atribuidos al lobo. La escasa
aplicación de las leyes de Protección de los Animales de Compañía en lo
referente a la “proliferación incontrolada” de perros, o la escasez de
Ordenanzas municipales en este sentido, son dificultades que añadir. El efecto
del lobo como super-depredador, puede suponer también un control de los canes
errantes en especial en las áreas del norte, con mayor densidad lobuna y podría
explicar algunas de las diferencias encontradas, como la mayor abundancia de
estos perros en las zonas del sur, con menor población lobuna.
En
la actualidad, los manejos ganaderos del sur del Duero, en especial los de las
dehesas de la comarca de Sayago y del oeste de la Tierra del Vino, siguen
siendo incompatibles con la presencia de lobos y tampoco impiden los ataques de
perros.
Referencias:
Talegón,
J. (2005). Daños de lobos y perros en dos áreas de la
provincia de Zamora con diferente manejo ovino. VI Jornadas SECEM.
Ciudad Real.
Talegón
(2007). Lobos, mastines y ganadería ovina
en Zamora. Carlanca nº 45. 46-48.
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